“La licencia social para operar no se da como un switch, requiere de un trabajo permanente, coherente y consistente”

Claudia Ortiz, académica de la USACH.

El prejuicio existente en la comunidad para las operaciones extractivas de la minería en Chile es de los problemas cotidianos que requieren de una transformación cultural en las grandes compañías, en opinión de la experta consultada sobre el tema.

Las operaciones de extracción minera de gran envergadura siempre han provocado recelo en las comunidades aledañas por lo que las compañías tienen delante un gran trabajo a realizar para poder combatir el prejuicio que existe respecto a la minería.

Claudia Ortiz es profesora asociada de la Facultad de Biología y Química de la Universidad de Santiago de Chile, su rol con tres décadas de trabajo en el desarrollo de metodología y tecnología para mitigar el efecto de la actividad minera, la ha llevado a trabajar en ambos lados del espectro, tanto en las comunidades que conviven cercanos a la minería, así como en las grandes compañías mineras.

Para la académica la licencia social para operar no es un documento o un contrato, es un acuerdo que se genera para poder hacer extracción, una especie de permiso social que se le otorga a quienes van a explotar recursos para operar para realizar sus cosas, donde las comunidades, sus actores relevantes y las personas involucradas que serán impactadas por la actividad minera, son quienes otorgan ese permiso tácito de operación.

¿Por qué obtener la licencia social para operar en una comunidad es tan complejo?

Desde nuestra experiencia en comunidades, una de las grandes vallas que vemos para la licencia social es la gobernanza que está detrás de ella, es decir, quienes son realmente las personas involucradas, los interlocutores válidos desde la sociedad hasta la empresa que realizará la explotación.

Los actores acá tienen mucho que resolver porque no existe una sola forma, esta negociación depende del lugar, la geografía, la sociedad y las políticas de la empresa. Esa gobernanza no es una estructura fija sino más bien móvil, dinámica, y eso todavía no está bien comprendido.

“La pequeña, mediana y gran minería, tienen relaciones con la comunidad totalmente distintas”.

¿Quiénes son los actores válidos en este sentido?

Cada caso es distinto, la pequeña, mediana y gran minería, tienen relaciones con la comunidad totalmente distintas, es súper importante poder distinguir dentro de la empresa cuál es la estructura de la organización que valida a la comunidad. Es necesario preguntar a la comunidad cuál es la gerencia o estructura, unidad que efectivamente la comunidad siente como interlocutor válido; esa pregunta hay que hacerla a la comunidad.

Dentro de una comunidad actualmente la credibilidad está comprometida en todos los ámbitos. En la estructura de la empresa hay algunas unidades que están más o menos validadas desde la credibilidad de la comunidad.

Desde la universidad nos hemos encontrado con buena recepción en las gerencias ambientales y la estructura con las relaciones comunitarias, pero es evidente, con casi todas las empresas, que dentro de las grandes compañías las estructuras no conversan entre sí; las relaciones comunitarias dicen una cosa, y la gerencia de producción no tiene idea, entonces se da una contradicción y una descalificación en las conversaciones con la comunidad. Esa es la gobernanza dentro de la empresa que estará vinculada con la licencia social, pero por ahora no se ve una comunicación fluida.

“El extractivismo como una práctica histórica no ha tomado en cuenta el ambiente, la sociedad, entre otras cosas”.

¿Existe prejuicio en la comunidad respecto a las operaciones mineras?

Sí existe, y tiene toda la justificación. El extractivismo como una práctica histórica no ha tomado en cuenta el ambiente, la sociedad, entre otras cosas. Es una práctica que ha generado esta mala prensa y es vista como no beneficiosa socialmente.

¿Qué deberían hacer las industrias respecto a esto?

Hay que partir con estrategias para generar confianza, que no es un switch, sino un proceso, un trabajo permanente, consistente, coherente, que además involucra a las comunidades; no solamente a las minorías étnicas o indígenas, sino también a los trabajadores de una empresa que son parte de la comunidad.

Este un trabajo sociológico, antropológico, biológico, requiere grupos multidisciplinarios que aborden las relaciones. Estas relaciones deben generar confianza y deben ser consistentes en el tiempo con planificación independiente de la gerencia o la propia estructura de la empresa; son planes a largo plazo.

“Hay empresas que genuinamente están invirtiendo y tomando medidas porque entienden la dimensión y la importancia de generar esta confianza”.

¿Están invirtiendo lo suficiente las empresas en un tema tan relevante como este para su futuro?

Sí, en ese sentido hay empresas que genuinamente están invirtiendo y tomando medidas porque entienden la dimensión y la importancia de generar esta confianza de obtener una licencia social para operar desde la sustentabilidad.

Existen empresas que están permeadas por esta necesidad y siguen los lineamientos del ICMM y hacen el esfuerzo, lo que no significa que sea suficiente, pero se está haciendo. También se ve otras que solo cumplen una lista que les permita seguir adelante con lo básico y no como una cultura, esto básicamente es un cambio cultural de toda la industria que toma tiempo.

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