Junto a su esposo e hijos ya conocen todo el norte, y como próxima meta esperan llegar al sur del país y formar un club de motor home.
Alejandra Astudillo es ingeniera civil industrial, es iquiqueña y vive en Santiago. Está en la minería desde 2004, año que egresó de la universidad. Dice que llegó al rubro “sin querer, pero me gustó y me quedé”.
La profesional y su esposo, Andrés Guerrero, que también trabaja en minería, tienen dos hijos pequeños de 3 y 6 años, Martina y Mateo, respectivamente. A ellos les gusta viajar en familia en su casa rodante.
¿Cómo comenzaron con esta aventura?
Antes, con mi marido, cuando éramos solteros pertenecíamos a un club de “jeepeo” (vehículos todoterreno) en la Región de Tarapacá. En ese club conocimos todos los alrededores de la región y el desierto. En ese momento no teníamos hijos. Éramos un grupo con más de 10 camionetas todoterreno; salíamos a acampar a la Laguna Roja.
La curiosidad por conocer los rincones de Chile comenzó cuando éramos solteros en ese grupo de jeep, que eran colegas de la mina Cerro Colorado. Recorrimos todo el norte y nos topamos con cosas muy hermosas, que uno no se imagina encontrar porque no están al alcance en un auto común.
¿Esa afición la llevó a la familia?
Hacemos un deporte familiar que es salir a recorrer en una casa rodante o motor home. Descubrimos lo feliz que somos, fue la alternativa a la pandemia. Con ella regresamos a recorrer los lugares del norte. Soy iquiqueña pero vivo en Santiago, y mi esposo es santiaguino. Desde la capital nos fuimos con el motor home y pasamos todas las aventuras recorriendo playas. Luego llegamos a Iquique y visitamos esos lugares que recorríamos cuando éramos solteros. Llegamos a más de 4200 metros sobre el nivel del mar y la casa rodante se comportó muy bien. Eso nos gusta hacer ahora, conocer en familia junto a los hijos. Es un desafío mantener a los niños ocupados dentro del motor home mientras vamos viajando.
¿Cómo adquirieron la casa rodante?
Cuando estábamos en Iquique solteros, hace unos 8 años atrás, veíamos a un colega que salía en su camper, y nos decíamos que algún día vamos a comprar uno de esos vehículos. En una oportunidad le dije que me la vendiera (la casa rodante) cuando ya no la usara, y mucho tiempo después lo hizo. Hace como 2 años que ya la tenemos y comenzó este mundo de la aventura. Son momentos de felicidad; no es una inversión viajar en la casa rodante porque consume mucho combustible la condenada, jajajá, pero son los momentos los que se valoran.
FORMAR UN CLUB
¿Usted dice que quiere formar un club de casas rodantes?
Mi idea es hacer un club de motor home y convocar a quienes estén interesados. De momento somos los únicos. Queremos invitar a gente para que nos organicemos, ya sea de Santiago o cualquier lugar de Chile. El objetivo es que después con los colegas que se quieran sumar, realizar rutas. Es por eso que es importante darnos a conocer y formar un club; aunque haya gente que no tengan casas rodantes, porque también se puede arrendar. Sería ideal formar un grupo de Centinela, por ejemplo.
¿Tienen planificado otro viaje?
Acá en Santiago fuimos a Los Andes y a lugares más cercanos. Nuestra meta para las próximas vacaciones es irnos al sur, y con eso nos damos por pagados conociendo todo Chile.