A punta de esfuerzo, Juan Pablo Aguilera se ha perfeccionado en su carrera, combinando, no exento de dificultades, el trabajo y los estudios.
Aguilera es ingeniero civil metalúrgico y actualmente está realizando un magíster en ingeniería industrial. Cuenta con 12 años en la minería. También se desempeñó con el cargo de supervisor técnico metalurgista y como jefe de turno en el área de ripio, en este último lleva 10 meses.
¿Cómo inició su viaje por esta industria?
A través de una empresa contratistas; estuve trabajando en una compañía de planta de piloto, en pruebas metalúrgicas. Después, en 2012, en el área de pilotaje en Escondida. Luego, en 2013, se abrió la oportunidad para entrar a Tesoro con el puesto de técnico metalurgista. Hoy estoy en mina Centinela.
¿Era lo que imaginaba de esta profesión?
La minería era lo que esperaba, sobre todo en los temas teóricos que uno aprende en la universidad, pero después cuando se trabaja en la faena se aprenden otras cosas gracias a los colegas. Uno va adquiriendo mayor experiencia en el terreno con el proceso de la minería.
¿A qué otro cambio tuvo que acostumbrarse?
Al tema de los turnos, siempre trabajé 7×7, uno se va acostumbrando a eso.
¿Cómo fue el camino que trazó para seguir estudiando mientras trabaja?
Estuve cuatro años como operador de planta en el área de ripio. En ese periodo me puse a estudiar porque solo tenía la ingeniería en ejecución metalúrgica. Saqué la ingeniería civil al hacer dos años más en la Universidad Católica de Antofagasta —soy de esa ciudad—, gracias a un programa especial para trabajadores en el que tenía clases viernes y sábado. Justo después se abrió la postulación para el cargo de Turno Ripio, en el que uno de los requisitos es ser ingeniero civil y postulé, ya que tenía la experiencia.
¿Cómo le ha ido desempeñando dos labores simultáneas?
En parte fue complicado, pero también fácil a veces, debido a que tenía la teoría adquirida por la continuidad de estudios. Lo que sí fue complejo es el tema del tiempo. Tuve que sacrificar fines de semana y mis días de descanso para estudiar. Debí acomodarme por los turnos de 7×7. Había semanas que no podía ir a la universidad. Una vez estando en mi descanso tenía que ponerme al día por toda la semana que no fui, por lo tanto era doble trabajo. Fueron dos años intensos.
Ahora estoy haciendo un magíster industrial. Aproveché la rutina de estudio para esta nueva etapa. Quería ampliar el campo para temas de administración y finanzas. Es tiempo de poder manejar otras materias.
Este trabajo requiere constante actualización, ¿qué les aconseja a quienes se inclinan por la minería?
Lo más importante es nunca perder las ganas de aprender. Al estar en la faena se ven temas nuevos, por lo tanto siempre hay que ir perfeccionándose, encontrar nuevos nichos de conocimiento. Si tienen la oportunidad —aunque no siempre todos la tienen, o el tiempo—, que lo hagan, que no pierdan ese impulso de conocer más, contar con más herramientas, porque sirve para la carrera y para un desarrollo personal también.
Es bueno desafiarse, ver hasta dónde uno puede llegar. Muchas veces uno cree que toca techo, pero no es así, porque, por ejemplo, la competencia laboral es fuerte. Hay que enfrentar esa demanda laboral. Por lo mismo, si se tiene el tiempo y la oportunidad háganlo.
Lo importante es que a uno le guste lo que hace, da lo mismo en qué, puede ser en otra área, lo principal es tener más herramientas. La idea es ser un poco ambicioso, en el buen sentido de la palabra. Siempre hay nuevas tecnologías y métodos que permiten enfrentar de mejor manera el trabajo.
Finalmente, ¿cómo ve el futuro de la minería?
Veo a una minería sustentable. Siempre tiene que migrar a nuevas tecnologías verdes. Lo que pasa es que el petróleo ya va en decadencia, lo que se apunta ahora son las energías verdes y sustentables, y también un mejor desarrollo con las comunidades vecinas. En definitiva, generar una minería verde y sustentable, que implique un beneficio para todos.